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Manuel Frías Alcaraz

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Asegurado, el Suministro de Agua y Energía Eléctrica por dos Centurias más en México

Excelsior · Sábado 25 de Marzo de 2000 · 23-A

  • Manuel Frías Alcaraz Informó que en 2006 se Contará con una Plataforma de Infraestructura que la Proporcione.
  • El Proyecto Nacional México Tercer Milenio Cuenta con 50 Obras Básicas, Señaló el Ingeniero Egresado del IPN.
  • Propone se Ubique Nuevo aeropuerto del DF en Tlaxcala, a 16 kilómetros de Calpulalpan; se Evita Expansión Urbana.

JOSÉ NEME SALUM

En el año 2006, México contará con una plataforma de infraestructura de suministro de agua y energía eléctrica que, por lo menos, asegure el futuro de la nación por dos centurias más.

En el noroeste, en Baja California, Mexicali es un puerto interior al que se accede desde el Golfo de California por el rehabilitado cauce del río Colorado. La Laguna Salada revive y comienza a verse poblada por aves migratorias.

Hacia el sureste, por el río Usumacinta, desde el puerto de Dos Bocas se llega hasta el primer puerto interior del Golfo: Villahermosa. La navegación continúa hasta Tenosique. Y, por un canal que cruza la parte media del Usumacinta, se llega hasta el corazón de la Península de Yucatán.

La ciudad de México ha dejado de ser la más poblada del mundo, pero recuperado aquella claridad que llevó a Carlos Fuentes a definirle como “la región más transparente del mundo”.

Y así, por el estilo, continúa la visión, hoy sólo plasmada en planos detallados hasta lo más mínimo, del México Tercer Milenio del ingeniero civil Manuel Frías Alcaraz.

“Todos hablan de lo que hay que hacer. Hacen análisis de la viabilidad de cada región. Yo encuentro y desarrollo ingenierilmente las soluciones. Las trazo, las defino, las preciso. Sé exactamente el lugar, la medida, el costo y los volúmenes de agua, la cantidad de energía eléctrica y de combustibles, la creación o ampliación de distritos agropecuarios y acuícolas, entre otros, que generará cada proyecto”.

Y pasa a la demostración con docenas de mapas de la República completa o de los estados o de las zonas específicas de la obra planeada:

“Son cincuenta las obras de infraestructura básica que conforman el Proyecto Nacional México Tercer Milenio’. Están planificados para usos y propósitos múltiples, con criterios y normas de optimización de recursos naturales, económicos y financieros”, comenta.

Egresado del Instituto Politécnico Nacional y con amplia experiencia en proyectos de infraestructura básica, “en especial para aprovechar de manera óptima y racional los recursos de agua y energía”, Frías Alcaraz asegura que “por sus conceptos integrales, de amplia visión y largo alcance, este proyecto de nación representa un programa simultáneo para reordenar y descentralizar las actividades y vida nacional, lo cual permitirá disminuir la creciente presión poblacional-urbana-industrial ‘en las principales ciudades y centros industriales del interior de la República”.

-¿Es un programa descentralizador que, a la par, rescata a las grandes urbes?

-Al desarrollar, o bien impulsar, en las zonas costeras preferenciales modernas ciudades, parques industriales, zonas comerciales, centros energéticos formados por refinerías, centrales termoeléctricas y plantas petroquímicas de gran capacidad, presas de usos múltiples (agua, electricidad, riego, control de inundaciones, turismo, navegación, piscicultura), sistemas de comunicación (trenes eléctricos, autopistas, hidrovías, puertos interiores, aeropuertos), distritos agropecuarios y de acuacultura, podrá restablecerse el equilibrio natural en aquellas ciudades y zonas seriamente dañadas, entre las que destacan las áreas metropolitanas de México, Guadalajara, Monterrey, Puebla, Toluca, Tijuana, y las regiones de El Bajío y La Laguna.

-Pero, la realidad actual de austeridad económica, de verse determinados por los intereses del mercado, ¿no deja tu visión de un México desarrollado en utopía?

-La realidad es la lacerante marginación y falta de respeto a la cultura, tradiciones e idiosincrasia de los pueblos indígenas que, en lugar de disminuir, creció y eso, ya desde hace poco más de seis años, origina una situación de alto riesgo para la integridad de la nación.

“La realidad es que al combinarse con la ambición e intereses de los poderosos grupos económico-financieros internos y externos, y hoy más externos que internos, para controlar y aprovechar los valiosos recursos naturales del país, provoca indignación y preocupación en la sociedad por la retardada respuestas gubernamental y la excesiva injerencia internacional.

“La realidad es la incontrolada centralización de actividades y funciones en las principales regiones y ciudades del país, con sus graves problemas de sobrepoblación, escasez de recursos y servicios, excesivos subsidios, etcétera, que puede derivar hacia un peligroso e inconveniente conflicto político, económico y social, que convertirá a las grandes áreas metropolitanas en zonas devastadas, contaminadas e inhabitables; hecho que comprometerían su propia existencia y la del país.

“La realidad, es el creciente número de víctimas conforme pasa cada año, en el sureste, porque no controlamos las inundaciones que en apariencia nos provoca la naturaleza, porque en realidad nos beneficia con tanta agua que ya la quisieran en otros países, pero por no aplicar los recursos ingenieriles a nuestro alcance, genera la paradoja al mismo tiempo de las tremendas crisis agrícola y ganadera por la sequía en el norte. Esa agua que nos sobra en un lado la podemos captar, administrar y transferir al norte de la República, tanto del lado del Golfo como del Pacífico.

“Y tal realidad o realidades es precisamente lo que nos obliga, la que nos impele a la ejecución ordenada y subsiguiente de proyectos de infraestructura básica que permitan aprovechar de manera congruente y responsable esas riquezas potenciales, con la finalidad de propiciar bienestar y desarrollo a los habitantes y conciliar las divergencias y aspiraciones que, por ejemplo, consoliden la unión del sureste con la Federación.

“Hoy como nunca, para mí, los valores supremos de la Patria deben regir nuestro destino, porque frente a la desmedida ambición y el peligro que caracteriza a los poderosos grupos de especulación económica y financiera, de tráfico de drogas, de desestabilización política, exigen nuestro máximo esfuerzo, decisión y voluntad para salvaguardar y dar permanencia a nuestra gran nación”.

-¿Para ti hay un modelo de desarrollo que dé solución a fondo a la delicada inestabilidad política-social en la región sureste, en Chiapas, particularmente?

-Es de vital importancia aprender la lección histórica del siglo XIX, cuando las luchas por el poder, la falta de interés, visión y patriotismo de los gobernantes y el abandono en que estaban amplios territorios del norte, propiciaron su secesión. Ahora, por hechos, como son los nocivos conflictos y segregaciones traducidas en vejaciones, pérdida de identidad y recursos, el sureste (el sur de Veracruz, el oriente de Oaxaca, Chiapas y Tabasco), la zona más rica en recursos naturales -agua, energéticos, bosques, selvas-, además de las entidades peninsulares (Campeche, Quintana Roo y Yucatán), pueden separase. Esto únicamente se puede evitar con la incorporación estratégica de esta codiciada región de México, con proyectos y obras de infraestructura básica de alta participación y rentabilidad para los habitantes de esa zona, a fin de impulsar su desarrollo y, por consiguiente, el del país.

-¿Eso es lo que significa el Complejo de Desarrollo del Sureste que junto con el del Golfo Norte y del Pacífico, presentó EXCELSIOR en su edición especial del pasado 1° de enero?

-El “Complejo de Desarrollo del Sureste” que ya ha sido avalado por el Colegio Nacional, y apenas hace unos días mereció ser citado por el arquitecto Pedro Moctezuma en la conferencia del 16 de marzo, comprende 18 grandes obras de infraestructura, pero en particular las propuestas en la cuenca del río Usumacinta: el sistema UsuTulha y los proyectos Quetzalli, Huxtan I y II, Jattzá y Nancé, todos de multifunciones y ubicados en Chiapas, tendría una potencia eléctrica de 9,520 megawatts y producción de 33 mil millones de kilowatts·hora por año, equivalentes a 27 y 20 por ciento respecto a los mismos conceptos en el ámbito nacional. Además, agregarían en Tabasco y Campeche un millón y medio de hectáreas a la agricultura de riego. En materia de agua, representarían estratégicos almacenamientos de agua dulce y cumplirían una función destacada para incorporar plenamente el sureste y la península de Yucatán a la nueva era de desarrollo del país. En una síntesis muy buena, a mi parecer, se reprodujo parte de estos proyectos en la edición de EXCELSIOR del 1° de enero que despertó un gran optimismo, precisamente por la credibilidad que tiene lo que publica El Periódico de la Vida Nacional.

-¿A cuanto asciende el costo del proyecto del río Usumacinta y, ya que hablamos de dinero, los de los otros planes en el Golfo y el Pacífico?

-Los proyectos hidroeléctricos serían la base suministradora de agua y electricidad de los complejos. En este caso, siempre se debe tener presente la salvedad de que los costos hay que actualizarlos por razones inflacionarias. Aunque si el gobierno la mantiene a la baja, se tendría una variación mínima en el curso de los tres a cinco años que necesitan para su construcción estas presas de multifunciones. Entonces, con esas previsiones, actualmente el sistema hidroeléctrico UsuTulha, con sus otras cinco presas integrantes del Complejo de Desarrollo del Sureste, demandan una inversión de 150 mil millones de pesos.

“El Sistema TzenValle, situado dentro de la cuenca del río Pánuco, en el noreste del país que tendría una capacidad total de 1,600 megawatts para producir 4,300 millones de kilowatts·hora por año y que irrigaría 135 mil hectáreas, demandaría cerca de 65 mil millones de pesos.

“En el Pacífico Noroeste, el proyecto Montague, con el cual se aprovecharían las grandes mareas que ocurren en la desembocadura del río Colorado al Golfo de California para operar una planta mareomotriz -como la que hay en Francia- con potencia de 800 megawatts y generación de 3,500 millones de kilowatts·hora anual, costaría alrededor de 15 mil millones de pesos. El proyecto, al unir el embalse-marisma de la central mareomotriz con la laguna Salada que renacería, mediante hidrovías a las ciudades de Mexicali y San Luis Río Colorado en México y Yuma en Estados Unidos, convertiría a esas urbes en puertos interiores. Su dique sería carretero, de 48 kilómetros de longitud y representaría otra alternativa de comunicación entre sonora y Baja California.

“En el Pacífico Occidental, para el proyecto Ixcam, Nayarit, cuya finalidad es consolidar y ampliar el funcionamiento de la central Aguamilpa y representar una mejor y más rentable alternativa que el proyecto hidroeléctrico El Cajón, incrementaría la generación en 1,950 millones de kilowatts·hora por año y la capacidad de generación en 640 megawatts, se invertirían siete mil millones de pesos.

“A su vez, en el Pacífico Sur, los proyectos Papagayo -en el sitio La Parota-, Ometepec y Verde-Atoyac que tendrían como función primordial apoyar a los nuevos centros urbanos, industriales y agrícolas que formarían el moderno Complejo de Desarrollo de la zona, con lo cual se reordenará y desconurbará también la región central –Distrito Federal y los estados de México, Puebla, Morelos, Tlaxcala e Hidalgo- ante el riesgo de ser inhabitables e ingobernables en un lapso de una generación (25 años), requerirían de una inversión de 40,500 millones de pesos. Estos proyectos con potencia de 4,260 megawatts, producirían 9,280 millones de kilowatts·hora anual.

“Estas son, por así decirlo, las obras proyectadas conocidas. Pero habría que agregar, por ser prioritarias, el proyecto Chauzingo-Amacuzac-Valle de México para resolver a fondo y en definitiva el abastecimiento de agua en la principal región política, económica y social del país. Obras que al estar coordinadas con los planes y programas de reordenación y desconurbación, evitarán que el Valle de México se colapse, tanto por la excesiva concentración poblacional-urbana-industrial como por la sobre extracción del agua subterránea. Para este proyecto la inversión estimada es de 100 mil millones de pesos.

“Finalmente, está el asunto del nuevo aeropuerto para el Valle de México que yo denomino Benito Juárez II y propongo se ubique en Tlaxcala, estaría a 16 kilómetros al oriente de Calpulalpan y sería en este lugar, porque reúne las condiciones idóneas para evitar la expansión urbana en esta parte del valle y, al mismo tiempo, quede eliminada la contaminación por la actividad aeroportuaria en la ciudad de México. Es importante señalar que con las actuales alternativas propuestas Texcoco, Estado de México y Tizayuca, Hidalgo, los problemas de centralización, conurbación y contaminación se agudizarían peligrosamente, lo cual involucraría mayores subsidios y desequilibrios naturales en todo el Valle de México. Este nuevo aeropuerto demandaría una inversión de 40 mil millones de pesos”.

-En resumen, se necesita invertir en un máximo de cinco años 417,500 millones de pesos o sea un promedio de 83,500 millones de pesos por año, a costos actuales, cantidad equivalente a casi siete por ciento del presupuesto de este año 2000 de la Federación, para crear un patrimonio por producir ¿Qué tanto global tan sólo de energía eléctrica?

-El potencial asociado de todos estos proyectos de multifunciones, con respecto a su generación de electricidad, sería una capacidad de 16,720 megawatts que producirían 51,780 millones de kilowatts·hora -46 por ciento de la potencia y 30 por ciento de la generación actual del país-, durante, por cierto, alrededor de cien años o más, según el mantenimiento que se otorgue. Esto, solamente de energía eléctrica, pues faltaría sumar los importantes beneficios por el agua, el riego, acuacultura, control de inundaciones, turísticos y de generación de empleos en las obras; donde existiría un mínimo de 80 por ciento de integración nacional, y con su trascendente operación y detonación de otros negocios y actividades, por ejemplo.

-“¿Y la ecología?

-Para empezar, se ahorrarían 86.3 millones de barriles de combustóleo, que dejarían de quemarse, y contribuirían a desplazar nuevas centrales de vapor que consumen combustibles fósiles y demandan alta inversión en divisas. Por otra parte, hablamos de grandes lagos artificiales, para la fauna marina y para las aves migratorias. Tan sólo el proyecto Boca del Cerro en el río Usumacinta, tendría un área de embalse de 725 kilómetros cuadrados. Con el proyecto Papagayo se crearía un embalse con superficie de once veces la bahía de Acapulco que, además, facilitaría la rehabilitación y saneamiento de las lagunas litorales de Tres Palos y Negra. Otro caso importante y que, al parecer, los ecologistas no consideraron, es la recuperación con el proyecto Montague de la Laguna Salada, que hace poco más de 60 años, a causa del sistema de presas del río Colorado que construyó Estados Unidos, por ejemplo la Boulder-Hoover, perdió sus aportaciones de ese caudaloso río y permanece sin agua, aunado a que nunca se pidió indemnización por ese gran daño ecológico. Al restablecerse la intercomunicación de la Laguna Salada con el embalse-marisma del proyecto Montague, surgirá nuevamente el otrora impresionante lago conjunto de 2,050 kilómetros cuadrados de área y 8,600 millones de metros cúbicos de capacidad de agua. Así, lo que ahora es una zona desértica e inhóspita –hace algunos años en esos parajes murieron varios soldados por insolación- se transformaría en un destino preferencial de inversión y desarrollo.

-En esta visión de obras que requerirían de tres a cinco años, ¿cuál sería el resultado inmediato?

-Digamos que si se iniciaran el próximo año, para el 2006 México sería visto como un destino atractivo de inversión por empresarios nacionales y extranjeros, no por lo barato de su mano de obra, sino por su capacidad para asegurar el suministro de agua y energía para toda clase de industrias, de proyectos turísticos, distritos agropecuarios y de acuacultura.

“En el año 2006, por así decirlo, se tendría la capacidad para animar la creación de trenes eléctricos de alta velocidad -del tipo francés- que alcanza velocidades hasta de 450 kilómetros por hora, porque ahí estaría la electricidad, que hoy no tenemos para movilizarlos.

“México sería entonces un país que se movilizaría desde puerto Progreso, Yucatán, por ferrocarril eléctrico hasta el interior de Matamoros, Tamaulipas. Que tendría un sistema ferroviario, también eléctrico de ocho vías que cruzaría el Istmo de Tehuantepec. Otro tren de doble vía y alta velocidad para apoyar la reordenación-desconurbación de la región central del país y que reimpulsaría el desarrollo turístico de Acapulco, así como para respaldar ampliamente las relaciones comerciales con la Cuenca Económica del Pacífico.

“En fin, un México nuevo y bien planificado, respetado por su creatividad y capacidad ingenieril que demostraría al extranjero que aquí también somos capaces de esas grandes obras de infraestructura que ahora se realizan en el mundo industrializado, como en Japón. Que somos un pueblo con futuro, vía proyectos reales, y no sometido a los azares de la especulación de la realidad virtual financiera-bursátil”.

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