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México... Unión o Secesión

Proceso · Jueves, 27 de Febrero de 2003 · Tribuna del Lector

Manuel Frías Alcaraz

Como mexicanos debemos ponderar las consecuencias, implicaciones y riesgos de los conceptos que hoy rigen en el mundo: globalización-privatización y democracia-derechos humanos para reestablecer los principios y objetivos de una renovada y digna nación. Para concretar esta aspiración se requiere analizar y considerar:

1 ¿México, como puede construir el camino que lo guíe a un equitativo desarrollo? A partir del traumático encuentro de sus antiguas civilizaciones con la cultura española-europea, las diferencias, rencores y humillaciones continúan y se arraigan; a tal grado que las pugnas de partidos, organizaciones y grupos (políticos, sociales, de gobierno, campesinos, insurgentes, académicos...) dividen y debilitan la unión entre los mexicanos. Esta realidad, al desplazar los intereses supremos de la Patria se traduce en pérdidas de valores, identidad y cultura, que para nuestra supervivencia debe afrontarse con decisión Sólo de nosotros depende el progreso o fracaso del país su integridad territorial o división, su civilización o transculturación, su fortaleza o debilidad. Sin retórica, sofismas y apatía, magnifiquemos la tierra donde nacimos.

2 ¿Hasta cuándo se dejará de imitar, adecuar y traducir formas ajenas de pensar y vivir? Las lecciones de la historia son tan severas y evidentes, que sobre cualquier deslumbrante o sugestivo espejismo debemos valorarnos e impedir que gobiernos y pueblos distantes y ambiciosos influyan y decidan nuestra existencia. Si en el pasado, la cultura y la patria fueron seccionadas dramáticamente, hoy con una población en constante crecimiento y disminuyendo de manera irresponsable y peligrosa los recursos y riquezas potenciales, el destino nos exige, además de una profunda rectificación de las formas y políticas de desarrollo, recuperar, fortalecer y acrecentar el origen de nuestro nacionalismo-patriotismo. No olvidemos errores y lecciones del siglo XIX, cuando las luchas de poder entre liberales y conservadores, derivaron en la separación de las provincias centroamericanas (Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica) y años después, la pérdida de los vastos territorios del norte (Texas, California, Arizona, Nuevo México, Nevada, Utah, Colorado...); secesión equivalente a casi tres millones de kilómetros cuadrados.

3 ¿Es utópico cambiar y reconfigurar a fondo la visión, mentalidad y metas para salir del subdesarrollo? Cuando un país es erosionado en la esencia de sus valores, y sus dirigentes y clases privilegiadas contribuyen a facilitar dichos propósitos, su ejemplo resulta fatídico y distorsionarte en todos los niveles de la población, convirtiéndose en una obsesiva, artificial y frustrante aspiración, lo cual compromete el territorio, la independencia, la soberanía y la libertad. Sin importar condición y status social, emprender la transformación que implica el deseo de ser nuevamente orgullosos y auténticos mexicanos, debe considerarse como la más trascendente finalidad y grata satisfacción, que sin dilación, egoísmo y displicencia, sean los fuertes cimientos y fundamentos del México nuevo del tercer milenio.

4 ¿Es posible lograr un objetivo único, donde todo mexicano -criollo, mestizo, indígena- tenga igual oportunidad de prosperidad? Aprender de los nocivos conflictos, segregaciones y luchas sociales que caracterizan nuestro pasado y presente, permitirá entender y apreciar la idiosincrasia y el carácter resultante de nuestra mezcla y convivencia racial, a fin de dejar antagonismos y construir un país mejor para las nuevas generaciones. Esto tiene preeminencia, pues ahora por hechos y circunstancias parecidas al siglo XIX, el sureste (Veracruz-sur, Oaxaca-oriente, Chiapas y Tabasco), la región más rica en recursos naturales -agua, energéticos, bosques, selvas- y las entidades peninsulares (Campeche, Quintana Roo y Yucatán) también pueden separarse. Por lo tanto, antes de que en lo futuro los conciudadanos del restante país acudan a buscar trabajo -como hoy acontece en los otrora territorios del norte-, incorporemos a tan estratégica y codiciada zona con acciones, programas y compromisos de mutuo consentimiento y proyectos de infraestructura de alta participación y rentabilidad para impulsar el desarrollo regional y del país.

5 ¿Resulta congruente que las actividades y los empleos productivos prevalezcan respecto al gasto social, administrativo y especulativo? El desequilibrio que prevalece en la economía, producido entre otros factores por el favoritismo otorgado a funciones poco rentables -en lugar de generar trabajo remunerativo que reclaman millones de mexicanos-, complicado por la excesiva estructura burocrática que conlleva corrupción, duplicidad, detenciones e ineficiencias, torna inaplazable una reforma a fondo de las políticas económico-administrativas vigentes, a fin de que las acciones y consensos constructivos sean los cimientos de progreso, bienestar y distribución de la riqueza. Esto demanda dejar de intercambiar petróleo para seguir acumulando aparente fortuna y seguridad basadas en divisas de papel. El patrimonio nacional no es el dinero, son sus recursos naturales y su territorio, enaltecidos por el empleo productivo de sus habitantes. Al abandonar planes sexenales e instaurar un proyecto de amplia visión y largo alcance para edificar un país bien planificado, moderno y equitativo, México corregirá su rumbo y garantizará su posteridad.

La nación no debe continuar viviendo del pasado, con costosos y recurrentes planes de emergencia, ya que además de comprometer su porvenir y propiciar su división se empeorarán sus condiciones. El Proyecto Nacional México Tercer Milenio (www.mexicotm.com), al representar un crisol para conciliar intereses y voluntades de los sectores de gobierno, privado y social, sus propuestas, programas y obras de infraestructura básica, contribuirían a lograr el pleno desarrollo y a reafirmar y aumentar la unidad.

México, D.F. febrero de 2003.

http://www.proceso.com.mx/

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